Este fin de semana hubo una acalorada discusión sobre si Verónica Abad, la flamante Vicepresidenta de la República estaba siendo víctima de violencia política de género.
La duda —válida para una discusión más profunda—surgió a raíz de la decisión del Presidente de la República de asignarle como única función ser "colaboradora para la paz y precautelar el escalamiento de la conflictividad entre Israel y Palestina".
Para ello, Daniel Noboa, le envía en comisión a Tel-Aviv, en Israel.
El mensaje político está claro: mientras más lejos esté, mejor.
Y aquí surgen muchas preguntas antes de decidir si es que aquí hay violencia de género. ¿Si en lugar de ser una Vicepresidenta fuese un Vicepresidente, Noboa habría tomado la misma decisión?
No lo sabemos. No hay elementos suficientes para decir que así sería. Podemos especular pero no tenemos certezas.
De que hay una ruptura política, la hay pero tampoco conocemos las razones.
Hoy, Verónica Abad sugirió que el motivo del distanciamiento entre ella y el Presidente es el acuerdo entre la Revolución Ciudadana, Partido Social Cristiano y el oficialismo.
“El Presidente habló de una traición, entendería que a eso se refiere, cuando no me voy a sentar a hablar y a acordar cosas que entre el binomio nunca se hablaron”, dijo.
En una rueda de prensa con los medios, sin embargo, confirmó que aceptará la decisión del Presidente y que viajará a Israel.
Aclaró que le “hubiese encantado” asistir al festejo del triunfo de Noboa en Olón, al almuerzo que ofreció en Carondelet tras la posesión y a la foto oficial del gabinete, pero que no fue invitada.
En la rueda de prensa no dejó de hacer mención a Arianna Tanca.
“Tenemos una Ministra de la Mujer burlándose, en redes, de la Vicepresidencia”, dijo, refiriéndose a un post de Tanca —horas antes de que se conociera que sería ministra— que recogía el comunicado de Noboa en el que anunciaba el encargo a Abad y decía, en tono de sorna “Mambrú se fue a la guerra”, aludiendo la canción infantil.
Como prueba, solamente han quedado las capturas de pantalla que algunos usuarios de la red X —antes, Twitter— alcanzaron a hacer antes de que Tanca cerrara su cuenta de Twitter y creara una nueva, sin rezagos de sus opiniones y posturas pasadas.
Y ahí, nuevamente, surgen las voces que condenan la supuesta violencia política contra Abad y exigen a las feministas que la defiendan.
Es, por lo menos, un poco desubicado exigir que sean aquellas mujeres en contra de quienes iban dirigidos los mensajes de Abad durante la campaña quienes hoy la defiendan.
No hay que olvidar las declaraciones de Abad que circularon antes de las elecciones, en las que se evidenciaba un discurso muy contrario a los derechos de las mujeres. Dijo, por ejemplo, que la violencia de género no existe o que está bien que las mujeres ganen menos que los hombres porque ellas son las que tienen los hijos y “trabajan menos”.
De todos modos, estoy segura de que si aquí hubiese un claro escenario de violencia de género contra Abad, muchas de sus detractoras alzarían sus voces para evidenciarla.
Esas voces que nunca han estado alineadas a los intereses de las mujeres, hoy nos exigen que seamos “sororas” con Abad, sin siquiera entender el significado de la palabra sororidad.
Sororidad no es defender a una mujer a toda costa, mucho menos estar ciegamente de acuerdo con sus posturas. Sororidad es defender a una mujer que es víctima de violencia sexual o política por su condición de mujer. Este no necesariamente es el caso.
Sobre las palabras de Tanca, tampoco creo que sean un acto de violencia de género. Fue una broma. Mal timing considerando que horas después fue nombrada ministra de la Mujer, pero probablemente cuando la hizo ni siquiera se imaginaba que estaba a horas de tener un cargo público. He ahí la importancia de poder sostener tus palabras en cualquier contexto.
Tampoco ella está exenta, como funcionaria pública, del escrutinio público. Ya han circulado también declaraciones antiguas en las que confiesa no ser feminista, por ejemplo, o cuando niega la necesidad de cuotas para las mujeres. Eso es parte de lo que ella es —o fue— y que podría tener incidencia en la toma de decisiones y en la gestión de una institución tan importante como la que dirige.
También es posible que ya no piense igual. No lo sabremos hasta ver su gestión —la cual, por supuesto, también está sujeta a la crítica— y ahí podremos evaluar si sus acciones son concordantes con los derechos de las mujeres o no.
Por ahora me despido y te agradezco por leerme 🙂
Si te gusta este newsletter también te invito a seguir mi nuevo proyecto, Esto no es Político, un podcast en el que hablamos de política sin hablar de política con varios personajes de la vida pública.
Ya he tenido conversaciones con el alcalde de Quito, Pabel Muñoz; la viuda de Fernando Villavicencio, Verónica Sarauz y el ministro de Turismo, Niels Olsen.
Suscríbete al canal de Youtube aquí y activa las notificaciones porque estrenamos capítulo cada miércoles.
El de mañana va a estar revelador.